El título de este artículo rinde un muy poco encubierto homenaje a la tercera comedia bárbara de Valle y al mismo tiempo hace alusión al romance secular de amor-odio que los humanos han mantenido con el lobo (canis lupus) y sus descendientes: los perros (canis familiaris). La línea de sombra entre ambas especies es tenue como la luz que separa el crepúsculo de la noche, que no por azar recibe el nombre de entrelubricán (“entre lobo y perro”) en nuestra lengua y entre chien et loup en francés, la hora del día en la que es imposible diferenciar a un lobo de un perro.
En Romance de lobos el animal que resulta del cruce entre perros y lobos es llamado, en galleguismo (o galaicismo) incorporado al castellano, “lobicán”, y también son llamados así los misteriosos hombres que según creencia popular se transformaban en lobo bajo determinadas circunstancias, es decir, que…
Ver la entrada original 351 palabras más