Antes de su expansión imperial por ambas riberas del Mediterráneo, el pueblo romano fue eminentemente un pueblo de labradores. La creciente sofisticación de la sociedad y por ende de la lengua de los romanos trajo consigo un aluvión de nuevas palabras principalmente de origen helénico. No obstante, en su núcleo íntimo el latín siguió siendo una lengua concebida por y para una sociedad de agricultores.
Resulta sorprendente bucear en diccionarios etimológicos del latín y conocer el significado original de algunas palabras de nuestro patrimonio lingüístico.
Culturaviene decolere, que significa «cultivar el campo» y «habitar», y de ahí, claro está, vieneagricultura. Pero no se detiene ahí el vínculo íntimo entre unas palabras acuñadas para designar labores agrícolas y los conceptos mucho más sofisticados que acabaron por definir. Vino viejo en odres nuevos que nos hace pensar en toda la poesía que hay en las labores agrícolas.
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