En las culturas premodernas, en las que no estaba extendido el uso de luz artificial, la división entre el día y la noche tenía una importancia muchísimo mayor que en nuestros días. Los griegos tomaron prestada de los babilonios la idea de compartimentar el día en horas. Sin embargo, la hora babilonia era una doceava parte de la totalidad del día, teniendo, por consiguiente, el doble de duración que la hora moderna. Los griegos dividieron el período en el que había luz solar en doce partes y los romanos adoptaron este sistema. De este esquema quedaba excluido el período de la noche y, por tanto, la duración de una hora variaba en función de la época del año.
Para los romanos (y así continuó durante gran parte de la Edad Media) el cómputo de las horas comenzaba al amanecer, que constituía el comienzo de la primera hora (la hora cero)…
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