Sólo conozco a una persona que lea y traduzca el húngaro. El escritor y magiarólogo Jesús Pardo, traductor del gran poeta Endre Ady. Mi amigo Jesús siempre me habla sobre el enorme sentimiento de soledad de un pueblo que habla una lengua, por decirlo con delicadeza, un tanto peculiar. Hace años en un viaje en tren atravesando la puszta, la gran estepa de Hungría, presté oídos a una conversación de tres horas entre un grupo de cuatro húngaros. No logré entender ni una palabra. Y, sin falsa modestia, no soy negado para los idiomas.
Tras el final de la 1ª Guerra Mundial y la consiguiente derrota de los Imperios Centrales y la desintegración del Imperio Austro-Húngaro, la Corona de San Esteban (Szent Itsvan) fue privada en aquella paz cartaginesa de la mitad de su territorio histórico y de millones de sus súbditos; parte fueron al nuevo Reino de…
Ver la entrada original 737 palabras más