Cervantes pasó, como es bien sabido, varios años en Los Baños de Argel. Los Baños de esta ciudad no eran un lugar placentero, como el nombre parece denotar. No estuvo tomando las aguas o tratándose los cálculos: estuvo cautivo durante casi cinco años. Y gracias a que el pago del rescate por los Trinitarios llegó a tiempo no continuó su cautiverio una buena temporada en Constantinopla.
Los Baños de Argel tomaron su nombre de una casa de baños de la capital del Imperio Otomano, Constantinopla, que en algún momento los turcos tuvieron que emplear como prisión, tal vez debido a la afluencia sobrevenida de prisioneros cristianos, tal vez después de alguna batalla.
La palabra en turco para baño es hammām y procede de una raíz árabe, *h-m-m, que significa “calor”. En la Península Ibérica han quedado numerosos recuerdos de aquellos hamanes: las alfamasportuguesas, con la más famosa de…
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