Solemos asociar el toque a rebato con una llamada hecha desde el campanario de una iglesia. Sin embargo, los toques “a rebato” originariamente se hacían con un tambor, no con una campana; además, el toque a rebato no se realizaba en un principio desde un lugar de culto cristiano como una iglesia, pues los primeras llamadas a rebato las realizaron los musulmanes de los reinos de Al-Andalus. Rebato procede del árabe hispano ribāt, “servicio en una rábida”. La definición del DRAE de rebato es la siguiente: “convocación de los vecinos de uno o más pueblos, hecha por medio de campana, tambor, almenara u otra señal, con el fin de defenderse cuando sobreviene un peligro”.
De rebato vienen arrebato, rebatar y arrebatar, (“quitar con violencia y fuerza”) y arrebatarse (“acudir cuando tocan a rebato”). En el imaginario colectivo ha quedado una reminiscencia de la agitada vida de frontera entre el Islam y la Cristiandad en la España medieval. Una palabra árabe acabó designando la llamada a tomar las armas en una población cristiana en trance de ser hostigada por una algarada musulmana.
Una rábida es “un lugar de estación de los musulmanes que se dedicaban a la piedad y a la guerra santa”. En Marruecos sería algo parecido a un convento. En España era una fortaleza militar y religiosa musulmana edificada en la frontera con los reinos cristianos. Esta palabra ha dejado un recuerdo en la toponimia española en poblaciones como La Rábida. Los monjes guerreros que moraban en las rábidas eran denominados morabitos –Al-Murabitum–. Los cristianos llamaron con ese mismo nombre –almorávides- a los monjes guerreros procedentes del Sahara que formaron un vastísimo y efímero imperio a ambos lados del estrecho de Gibraltar, desde el Níger al Duero, a caballo -nunca mejor utilizada la expresión- entre los siglos XI y XII.
Una de las paradojas de la vida de frontera es que los irreconciliables enemigos unidos por su mutua enemiga tienden a adoptar hábitos de vida con mucha mayor facilidad de la que sería esperable. ¿Qué son sino rábidas cristianas los conventos y fortalezas de las grandes órdenes militares españolas? ¿Y qué son sino cristianos los freires que moraban en esas fortificaciones? En España las grandes órdenes militares autóctonas: Calatrava, Santiago, Alcántara y Montesa fueron tributarias de nuestra propia tradición de frontera con el Islam y al mismo tiempo heredaron la tradición fronteriza de las órdenes militares creadas en Palestina durante las Cruzadas.
Cuando se aproximaba una algarada de los muslimes o algarabíos se tocaba a rebato con todo lo que había a mano: tambor, campana, o se hacían señales con fuego desde lugares elevados (una almenara, que no tiene nada que ver con “almena”). Según Rafael Lapesa una misma palabra árabe ha dado lugar a un préstamo léxico y a un calco semántico. Gāwara, que se podría traducir como “correr” y “depredar” contagió esté segundo sentido al verbo español correr, de aquí el uso de corredor por “depredador” y de correría. La adopción de este calco semántico no fue óbice para que al mismo tiempo se introdujese el arabismo almogávar (“soldado reclutado en zonas fronterizas”), de almoġâwir, participio de ġâwar. Corominas deriva algarada del antiguo algara (“incursión brusca en tierra enemiga”), del árabe ġâra, una palabra emparentada con la misma raíz de la que procede almogávar.
Los almogávares más famosos fueron aragoneses y catalanes, y sus algaradas tuvieron lugar en el otro extremo del Mediterráneo.
Pero esta ya es otra historia, de fuertes y también de fronteras: buscando mis amores/iré por esos montes y riberas; /ni cogeré las flores/ni temeré las fieras/y pasaré los fuertes y fronteras, como sabe mejor que nadie Luis Alberto de Cuenca.