En el Islam el lugar de culto por excelencia es la mezquita. De dos palabras árabes surgen los nombres que se les dan a estos lugares de oración en los cinco continentes. La palabra árabe jamia significa “reunión” o “punto de encuentro”. Puede hacer referencia lo mismo a una universidad que a una mezquita, a una comunidad que a una asociación.
Masjid se podría traducir como “lugar de culto” y procede del prefijo ma-, que suele significar en árabe “lugar”, y del verbo sajada, cuya raíz es *s-j-d, “inclinarse”, “arrodillarse”, en clara referencia a las postraciones que han de realizar los creyentes durante la oración. Masjid y el verbo del que procede son préstamos que el árabe tomó de la lengua franca de todo el Creciente Fértil, el arameo. Se han encontrado testimonios de la raíz *m-s-j-d en arameo ya en el siglo V a. C., con el significado original de “estela” o “pilar sagrado”. Tras la llegada del Islam a la Península Ibérica masjid evolucionó hacia mesquita, que daría en nuestra moderna mezquita. De las lenguas iberorrománicas pasaría a las lenguas europeas: italiano moschea, francés mosquée, inglés mosque (en el pasado mosquee).
No obstante, también existe una notable presencia de la otra palabra para designar a la mezquita en nuestra lengua, jamia, si bien no goza hoy de un uso tan extendido como el de su compañera. El DRAE recoge dos palabras homónimas. Aljama (y alfama) del árabe hispánico alğáma‛, y este del árabe clásico ğāmi‛, era la manera más común de designar a la mezquita en el árabe de Al-Andalus.
Y, aún no lo puedo confirmar, la palabra es muy semenajante a la que sirve para denominar al baño Al-Hamman, que ha dado en portugués y castellano, Alfama y Alhama, respectivaemnte.
El homónimo de aljama procede del árabe hispano alğamá‛a, que a su vez viene del árabe clásico ğamā‛ah, que significa tanto “junta de moros o judíos” como “sinagoga” o “morería o judería”. En los derivados de jamia se percibe con claridad el matiz de “reunión” o “lugar de encuentro” que no está tan presente en masjid, término que denota en mayor medida “lugar de culto”.
La palabra aljamía puede llevarnos a confusión. Según Corominas procede del árabe hispano al‛ağamíyya, que llegó a estos pagos a través del árabe clásico a‛ğamiyyah. Aljamía significa “lengua extranjera” y fue el nombre que los musulmanes españoles dieron a las lenguas romances habladas por los cristianos de Al-Andalus y por muchos musulmanes que no hablaban árabe o que lo hablaban muy precariamente.
Menéndez Pidal nos recuerda en su monumental Historia de la lengua española que no se debe denominar “mozárabe” a las lenguas que hablaban los cristianos que vivían en los reinos musulmanes, sino “aljamía”. En el siglo XIV el apogeo de la arquitectura mudéjar tuvo su correlato lingüístico en el florecimiento de la literatura aljamiada. La palabra también designa a los textos en romance transcritos en caracteres árabes (alifato árabe), o a los textos en judeoespañol transcritos en caracteres hebreos (alefato hebreo).
Sabemos que los cristianos llamaban algarabía a la lengua de los árabes (del árabe hispano al‛arabíyya) y que esta palabra acabó significando en español tanto “lengua o escritura ininteligible” como “gritería confusa de varías personas que hablan a un tiempo”. Los cristianos llamaron también a los árabes “algarabíos”, una palabra que encontramos en El Quijote pero que hoy ha caído en desuso. En todo caso algarabía ha sobrevivido en nuestra lengua como un fósil que nos habla de la compleja realidad lingüística de Al-Andalus. Aljamía prácticamente ha desaparecido de nuestro idioma y sólo sobrevive entre los gremios de arabistas y hebraístas.