Nada. Palabra fantasma. Yinjana. No busquen en el DRAE porque no viene. Sin embargo, la edición electrónica de 2005 del Diccionario panhispánico de dudas recoge la voz yincana y nos da la siguiente información “adaptación gráfica de la voz anglo-hindú (grave error, hindú no es un término lingüístico, sino religioso) gymkhana”, “conjunto de pruebas de destreza o ingenio que se realiza por equipos a lo largo de un recorrido, normalmente al aire libre y con finalidad lúdica”. El DPD recomienda además evitar otras grafías como *gincana, *gymkana, *gimkana. Y nos recuerda que es voz femenina: la yincana. Hasta aquí bien. Como es una palabra que está bastante viva, creo que es cuestión de tiempo que acabe en el DRAE, pero de nuevo me tomo la libertad de hacer un par de sugerencias. Completamente de acuerdo con adaptar la pronunciación de la palabra a nuestra fonética. Pero hagámoslo a conciencia, porque el grupo consonántico inglés kh se suele utilizar para reproducir un sonido que equivale a nuestra /j/. Dos ejemplos, Jartún frente a Khartoum y Sij frente a Sikh.
Por ello, propongo la versión que da título a este fragmento que rinde homenaje a las yinjanas de nuestra infancia, aunque, claro está, al ser un préstamo del inglés, todos pronunciábamos yinkána. Ya sé que el RAE no es un diccionario etimológico, pero qué beneficioso resulta un pequeño paréntesis con el origen etimológico de la palabra, aunque sea escueto. Eso sí, correcto, porque muchas de las etimologías del RAE necesitan que alguien las fije, las limpie y les dé esplendor. Y lo anglo-hindú para referirse a un préstamo lingüístico, es de mera cultura general. Lo correcto sería indo-británico, anglo-indio o del inglés de la India.
Los diccionarios etimológicos ingleses nos ayudan un poco más. Y ya vamos a aprovechar la ocasión para hablar un poco del origen de la palabra yinjana (sí, sé que es difícil acostumbrarse a esa pronunciación. No tengo mucha esperanza en el resultado de mis desvelos). La palabra gymkhana se incorporó a la lengua inglesa en 1854, es decir, tres años antes del motín de los cipayos (qué recuerdos, vive Dios, quién hubiera visto aquello) y literalmente significa “la casa de la pelota”. Gend-khana en indostánico, el conglomerado hindi-urdu, la lengua o más bien conjunto de dialectos más importante de toda la India, hace referencia a un lugar cubierto donde se practicaba algún tipo de deporte de raqueta. Por otra parte los ancestros medievales y renacentistas del tenis también se jugaban bajo techo y acabarían evolucionando hacia el squash. No olvidemos el edificio del Jeu de Paume en París, con su enorme importancia simbólica en el desencadenamiento de la Revolución Francesa. La ortografía inglesa de la palabra debe bastante a la influencia, totalmente aleatoria, del helenismo gymmnasium.
Si gend es “pelota”, khan (jan para nosotros) es “casa”, una palabra que los mogoles llevaron a la India y procede del persa, de una raíz indoeuropea que hace referencia a “sentarse”. La casa, lugar donde uno se asienta, toma asiento. En otro de estos fragmentos, Tiempo de caravanas, recordábamos que en persa jan significaba “posada” (han en turco moderno), el equivalente a karavanseray, funduk, alhóndiga y, finalmente, fonda, nuestra fonda cervantina.
Qué viajes tan fascinantes hacen las palabras. En este caso, como tantas otras maravillas, desde la India, a través del inglés como intermediario, nos llegó el nombre de un juego tan divertido como la yinjana o yincana (van en cursiva porque aún no están del todo naturalizadas en nuestra lengua), tampoco me quiero empecinar con la ortografía y la pronunciación. Y además la historia que toda palabra lleva consigo nos recuerda que en su peregrinar ya había hecho un viaje desde Persia al Subcontinente Indio, donde el nombre de la cancha acabó designando también al propio juego.